La vida es una montaña rusa de emociones, de esas que te roban el aliento. Como por ejemplo cuando aún no sabes la fecha de aniversario después de 4 años de relación. O cuando dándole tabla, le dijiste Yolanda, pero se llama Inés. ¿Recuerdas cuando la llamaste, pero se te olvidó enganchar el celular y escuchó cómo describías las «grandes» cualidades de la que entró a comprar leche?
Cuando terminaron, un poco rápido su encuentro y sonriendo le dices a tu hombre: «he tenido mejores, pero no estás mal». Cuando tus celos te corroen e invitan a pelear porque dice «te amo» antes de colgar el teléfono, pero no te fijaste que hablaba con su mamá.
Cuando le dices gorda en palabras finas, cuando le dices bruto porque te apretó duro, cuando creíste que con esa lencería te ibas a ver cabrona, pero al final parecías la hermana gemela de La Vampy. Cuando le halaste el pelo tan duro que te quedaste con las extensiones en la mano, cuando no apuntaste bien y le cayó en otro lado. Cuando la pasión hace que te equivoques de roto, cuando en vez de llamarlo Arturo, le dijiste Alberto.
No tengas miedo. Siéntate, levanta tu frente y seca tus lágrimas. Mañana empieza la semana y por cuestiones de logística y tiempo no se verán hasta el weekend que viene. Tienes una semana para pensar, para tomar las cosas con calma y cuando al fin estés frente al amor de tu vida, volverla a cagar.