¿Qué puedo decir? Todavía soy una niña que pone la caja con yerba debajo de la cama para los camellos. Hago mi lista, visito la casa de abuela y sus camas; dejo mis cajitas y me voy a dormir feliz.
Al igual que el año pasado, pedí muchas cosas. Creo que, aunque digamos que NO vamos a pedir, siempre pedimos. Aunque sean cosas intangibles. O al menos yo, hago eso. Y este año no fue la excepción. Así que corrí a mi cama temprano y dormí plácidamente. ¡Nunca me había quedado dormida tan rápido!
Soñé. Soñé toda la noche. Más que un sueño fue una revelación que me hizo sonreír. En mis sueños, hablé con Mechor, Gaspar y Baltazar sobre lo que quería y cómo podían hacérmelo llegar. Ellos tenían mi carta y noté que tenía unos tachones.
Cerquita a mí, con la carta en su mano, Mechor me dijo: «Ya eres feliz». Me sonreí, porque tengo todo para ser feliz, pero me sentía incompleta. Baltazar, entendió mis gestos y me dijo: «Tal vez lo das por sentado, pero desde hace casi dos meses, sonríes más». Asentí con la cabeza, aunque no entendía.
Gaspar, por su parte, me dijo que tenía la capacidad de amar mucho. Eso lo sé, así que no entendí por qué lo decía. Gaspar dobló la carta y me dijo: «No necesitas ninguna de las cosas que hay en esta carta. Ya las tienes», entregándomela.
Los tres reyes sonrieron y montándose en sus camellos, pude observar cómo decían entre ellos que lo iba a entender. No sé, pero fue uno de mis mejores sueños, aunque no lo entendí.
Al despertar, miré bajo mi cama y encontré la caja con yerba regada, pero bajo la yerba había una foto tuya. Fue ahí cuando descubrí que lo tenía todo.
Tú, Leia Alexandra, mi ahijada, mi mayor regalo. Y hoy, que cumples dos meses, dos días después del día de Reyes, te lo hago saber.
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