Leia Alexandra, ven. Tenemos que hablar. No me mires con esos ojitos, porque la conversación será extensa. Sí, este mes ha sido de locos y me has asustado, así que ni creas que vamos a obviar esta conversación.
Mira, Leia, hazme caso. Respeta a madrinita. No, te rías. Está bien, dame solo un beso. Uno nada más, porque no voy a cambiar de opinión, aunque me hagas dos topis y me des tres besos con sabor a guineo.

El mes de septiembre se ha convertido en un mes de sorpresas y las que tú nos has dado no dejan de ser la excepción. Primero, te enfermaste y te hospitalizaron. Asustaste a mamá y a papá. También a tu hermanita y a tus abuelos. ¿Y sabes a quién más? No me mires así, porque me asustaste a mí mucho más. Te iba a visitar todos los días porque quería asegurarme que estuvieras bien y que te estaban dando la comida que tanto te gusta.
Tal vez no te acuerdes, pero fui tu protectora y cada vez que las enfermeras iban a pullarte, estaba ahí aguantando tu mano… y tus piernas y tu cara. No te estabas quieta y a tití madrina se le rompía el alma cada vez que eso pasaba. No, no por favor, no pongas trompita que sabes que era por tu bien.
No. Leia no inventes, no soy traidora. Fui tu protectora y no te engañé. Ambas fuimos un equipo que trabajó duro para que esas villanas no pudieran tenerte por mucho tiempo. ¿Qué súper heroínas fuimos en esos momentos? No sé, tal vez fuimos como Captain Marvel y Ms. Marvel o quizás, como Black Widow y Red Widow. Maybe, Batman y Robin. Súper Leia y Súper Madrina, piénsalo. Solo sé que fuimos un gran equipo.

¡Y lo seguiremos siendo! Ahora que llegaste a los 10 meses y cuando tengas 15 años. Cuando entres a la universidad y cuando tenga que ayudarte a escoger el traje de tu boda. Cuando quieras ir al cine y cuando tengas la primera cita. Cuando escribas tu nombre y cuando me hagas por fin una cartita de amor. Cuando digas claramente: Madrina te amo, eres la madrina más hermosa de la faz de la tierra. Ahí también seremos un equipo.
Septiembre es un mes bonito. Siguen los preparativos de tu primer año y dentro de unas semanas, cumpliré 30 años. ¡Qué diferencia de edad verdad! Pero así nos vamos a amar y a entender. Nunca te dejaré sola y sé que tú tampoco a mí.

Estás sabrosa. Estás al palo, bien adelantá, sin meter freno. Ya hablas, muerdes, sabes cómo ser zalamera, corres si te dejan y los besos que repartes dan amores a cualquiera. Te amo, Leia. Hoy continuamos nuestro cuento, nuestro viaje.