Porque la gobernadora de Puerto Rico también tiene un diario escondido.
8 de diciembre de 2025
Querido diario:
Wow! Wow! ¡Qué diciembre tan intenso! Y eso que solo van 8 días. Si mi pueblo supiera que todavía faltan más “tiros” estarían llenando la calle frente a casa.
Hoy firmé papeles. Muchos. Cada hoja es un recordatorio de que los nombres cambian, pero el circo político sigue igual. Mientras el país sufre apagones, despidos y subidas de tarifas; yo, bueno, nosotros seguimos jugando con contratos, recortes y privilegios. ¡Se los prometí y les cumplí!
Quiero contarte algunas cosas, ahora que tengo un poco de tiempo. “…equilibrar la política con la maternidad no ha sido fácil, pero con amor, organización y el apoyo de mi esposo, todo es posible”. Así que mientras el hombre que me tiene enchulá juega con ellos, necesito hablarte sobre este mes.
Diciembre comenzó con la gente molesta. La semana pasada escuché rumores de quejas, protestas y gente indignada porque recibirá facturas de luz 40 % más altas, aunque el servicio sigue siendo un desastre. Toda cortesía de quienes manejan “la red eléctrica privada”. ¿Es mi problema? (Primera Hora)
Obvio no, aunque haya firmado la exención de responsabilidad de la empresa eléctrica, la que los dejaba libres si un apagón quemaba tu televisor, tu nevera, tu vida. Eso significaba: apagones, fluctuaciones, electrodomésticos hechos polvo y cero responsabilidad. No es mi problema; sí mis intereses.
Luego el Supremo anuló la cláusula, declarando que era inconstitucional. ¿Institucional? ¿Cambio real? Ninguno. Los contratos siguen, los recortes siguen, la luz sigue siendo mercancía y la impunidad sigue siendo ley no escrita. (Metro PR)
Luego de que el SUPREMO hablara, LUMA advirtió que esos reclamos podrían encarecer aún más la tarifa eléctrica. ¡Qué pena! Y esto, me ayuda mucho porque lo que desató fue una crisis de tarifas, discusiones de responsabilidad y presión sobre consumidores vulnerables. ¡Mi gente indigente!
Te diré un secreto de estado: la gente aplaude esto, pero no es más que otro golpe de teatro. Otra vergüenza oficial. Pero aquí estoy tranquila, con luz en mi oficina, conversando contigo, mi fiel amigo. El “sistema” sigue funcionando: no para el pueblo, sí para los intereses del partido. Mi partido.
Y hablando de mi partido, este viernes no me la dejé montar por la que estaba incómoda. Este viernes puse a la prensa a trabajar, a mis compañeros a opinar y al pueblo puertorriqueño a pelear. Hoy firmé uno de esos despidos que nadie celebra públicamente, pero sí celebran entre bambalinas.
Saqué del camino a la esposa de Elías Sánchez. La secretaria del DACO que “defendía al consumidor”, la que hacía que las empresas rindieran cuentas, la que molestaba a quienes mandan. Ella no estaba cómoda, al parecer no quería seguir instrucciones. No sabía trabajar en equipo. ¿Para qué la quiero? ¿Para que le recuerde al país que alguien debía preocuparse por ellos? Mentira querido diario. Puerto Rico está tan acostumbrado a la mediocridad que ve a alguien “haciendo” su trabajo y aplauden como focas. Ella no defendía al consumidor, ella solo estaba alineada a mis “enemigos” políticos y eso no lo puedo permitir.
Así que firmé su despido. Con tranquilidad. Con orgullo. Y con la certeza de que al pueblo le queda: oscuridad, facturas imposibles y la sensación de que le prometieron ayuda mientras los poderosos se reparten los beneficios. Recuerda que Ella había sido nombrada tras un rechazo previo del Senado: la primera designada la tumbaron, así que la tirada fue “intentar” de nuevo. Así que intentamos otra vez. (Metro PR)

¡Que mucha mierda leí mientras pasaba un fin de semana espectacular junto a mi esposo y mis gemelos que tanto amo! Cuando fue oficial el despido de Valerie Rodríguez Erazo, el presidente del Senado apareció para hacer su ritual lleno de ironía y sarcasmo: elogió a LUMA y su “agradecimiento” por la salida de la secretaria. Sí, agradeció que se quitara de en medio a quien los obligaba a responder. Pero no se quedó allí: al final me lanzó su crítica irónica a la por haberla despedido. Como quien da palmaditas mientras te escupe en la cara. Así es la política pública en Puerto Rico: sarcasmo y traición oficial, envuelto en formalidad. Y para ser honesta, NO me importa, porque mi ego es más grande que todos sus “Buenos días” en Facebook. (Metro PR)

Al parecer a Thomas se le olvidó que acabo de firmar una ley de su autoría que penalizaría a quienes interrumpan eventos tanto en espacios privados como públicos. ¡Así se juega aquí adentro! (El Nuevo Día)
En lo que va de este cuatrienio, que son apenas unos meses, he realizado muchas obras. A lo largo de este 2025, ha habido denuncias de despidos en agencias vinculadas a servicios públicos, cambios de mando abruptos y declaraciones de funcionarios cuestionando desempeño por evasión contributiva o mala administración. Así que he dado el visto bueno para despedir y he tenido que realizar cortes a nóminas, pero estoy haciendo mi trabajo.

Mientras viajé a España, y pronto viajaré nuevamente y ¡no puedo esperar a pasar unas merecidas vacaciones navideñas!, revisé las nóminas y vi los sueldos de los que fueron despedidos en su momento. Y mientras cenaba con mi esposo bebiendo del mejor vino europeo vi sus caras, sus familias, su dignidad: convertidas en papel sellado y archivadas.
Firmé recortes en hospitales, energía y educación. Cada firma es un recordatorio de que aquí no importa quién sufre, sino quién cobra y quién tiene el control.
¿Puedes creer que un subalterno me preguntó que qué la gente va a hacer sin maestros, sin enfermeras, sin luz, sin servicios? Y le dije bien seria “Que vote mejor la próxima vez.” Y reí. Porque esa es la broma más triste de este circo.
En el 2028, me postulo y VUELVO A GANAR. Por eso les recuerdo a mis súbditos en todas las reuniones, que, si no están de acuerdo en trabajar conmigo, pueden irse.
Y mientras yo gano, el país sigue pagando. Los contratos siguen, los despidos siguen, la luz sigue siendo un lujo y la impunidad sigue intacta.
¡Buenas noches querido diario! Es momento de apagar las luces de mi oficina y encender el aire acondicionado de mi habitación, que nunca se me apagará, para acostarme a dormir con mi esposo. Porque para mí y los míos, la única preocupación es: con qué acompañamos el café de la mañana… y de qué hablaremos en nuestro podcast.
