10 maneras de parecer fuerte mientras te estás cayendo en cantos (y nadie se entera)

Manual de supervivencia emocional para gente que ya no puede más, pero igual fue a trabajar.

Spoiler: todas son agotadoras.

Hoy me levanté con ganas de rendirme, pero me acordé que no tengo el privilegio.
Así que aquí estoy: dándole al lunes con la energía de un celular al 3%, sonriendo como si todo estuviera bien y respondiendo correos y llamadas (además de descargar dos guaguas llenas de materiales) mientras mi alma grita por dentro. Hay días en los que una se levanta con el mundo encima e incluso así va a trabajar con los ojos delineados, la espalda recta y el alma en pedacitos. Porque ser fuerte ya no es una opción: es un disfraz que una se pone todos los días, como el desodorante.

Y mientras corría desesperada al lunch a servirme café, me puse a pensar en eso: en lo bien que hemos aprendido a fingir. En lo expertos que nos hemos vuelto en parecer fuertes cuando por dentro estamos hechos cantos.

Porque ser vulnerable no siempre se siente como una opción. Porque si te rompes, ¿quién recoge los pedazos? Porque el show debe continuar y, por si no te habías dado cuenta, tú eres la showrunner, la escenógrafa y la que limpia después.

Recuerda: Ser fuerte es un arte. Un performance. Una coreografía emocional donde todo aparenta estar bajo control, aunque por dentro estés bailando un merengue con Satanás.

Por eso te dejo la guía no autorizada (pero universalmente practicada) de cómo mantener la apariencia de fortaleza cuando por dentro estás gritando en modo ópera dramática. Sí, mi querida hermana, aquí tienes la guía oficial-no-oficial para fingir que estás bien cuando en realidad estás a dos emails de renunciar, mudarte al bosque y criar gallinas. Por sororidad escribí esta lista. No como una guía para superarte (créeme lo menos que tengo es esa energía), sino como un espejo sarcástico para todas las que estamos sobreviviendo con cara de “todo bajo control” mientras nos sostenemos con memes, mucho café y pura terquedad.

1. Di que estás bien. Aunque estés mal. Aunque estés en fuego. Di “estoy bien” hasta que suene creíble (aunque estés al borde del colapso nervioso)


La frase mágica es: “Todo bajo control”. La clave está en el tono. Si lo dices con energía suficiente, la gente deja de hacer preguntas. Y tú sigues sangrando en silencio como toda una campeona olímpica del aguante emocional sabiendo que lo único que tienes bajo control es el llanto de las 3:00 a. m.

2. Sé funcional. No feliz. Porque si no puedes ser feliz, al menos que digan que eres productiva

La felicidad es un lujo. Lo importante es que el Excel esté al día, el café no se acabe y nadie note que tienes el alma hecha puré. Se llaman PRIORIDADES.

3. Sonríe con la boca, pero no con los ojos (estilo villana de novela)

Sonríe. Siempre. Aunque te duelan las muelas, el alma y el WiFi. Nada grita “estoy colapsando” como una sonrisa tensa y sostenida. Recuerda sonreír como si fueras parte del equipo de relaciones públicas del Titanic.

4. Publica en Instagram frases motivacionales que ni tú crees

Tipo: “Hoy decido ser feliz” mientras decides si lloras en la hora de almuerzo o en el baño del trabajo. Bonus: pon un filtro sepia para que parezca profundo.

5. Trabaja extra para no pensar en tu vida.

¿Tienes traumas sin resolver? ¿Dudas existenciales? ¿Dolor emocional profundo? ¡No importa! Aquí tienes tres reuniones más y un informe para mañana. (Gracias, capitalismo). Importante: si no tienes tiempo para pensar, no tendrás tiempo para llorar. Es un win-win… hasta que el cuerpo te pase factura. Pero eso lo manejamos luego.

6. Ayuda a todos (menos a ti)

Cuida a tu familia, tus amistades, a la vecina y al perro del primo que se va de viaje. Si alguien tiene un problema, tú estás ahí. Si tú tienes un problema, bueno… ¡Tú puedes, guerrera! Ser el sostén emocional de medio mundo te da puntos de “fortaleza” mientras tú vas colapsando por dentro en modo silencioso.

7. No hables de lo que duele. Haz chistes
El humor es tu mejor escudo. Sarcasmo, ironía, memes. Si la tristeza se convierte en risa, nadie nota el temblor en la voz.

8. Que no se note el insomnio. Duerme poco, pero con dignidad

Corrector en las ojeras y café en las venas. Si alguien pregunta si dormiste, sonríe y di: “¡Como un bebé!” (uno que se despierta cada hora gritando, pero igual).

9. Camina rápido y con decisión, así piensan que sabes lo que haces

Aunque estés caminando al baño a llorar. Si lo haces con determinación, nadie sospecha nada.

10. Repite: “Esto también pasará” como si fuera hechizo.

Y cuando no pase, simplemente… REPÍTELO MÁS FUERTE.

Bonus Track: El final que nadie dice en voz alta

Ser fuerte está sobrevalorado. Sinceramente, ser fuerte todo el tiempo cansa. Mucho. Pero nadie te va a aplaudir cuando te rompas. Así que… si un día decides parar, llorar, decir “no puedo” y comerte algo frito (o un chocolate): hazlo con estilo. Eso también es valentía.

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